miércoles, 8 de enero de 2014

La querella iconoclasta

Se conoce como "crisis iconoclasta" al episodio ocurrido en el Imperio Bizantino a partir del siglo VIII, cuando se impuso la prohibición de realizar imágenes religiosas en todo el territorio imperial. Y no sólo se proscribieron nuevas imágenes, sino que además se destruyeron gran cantidad de iconos existentes y se blanquearon frescos y mosaicos. 


En el siglo VIII la Cristiandad enfrentó su peor época. Los seguidores de la naciente religión islámica se extendieron por el África cristiana del norte y Asia. El Imperio cristiano de Oriente, el Imperio bizantino, que sólo un siglo antes había intentado reconstruir el Imperio Romano veía cómo sus territorios de Egipto, Palestina o Siria caían bajo poder del Islam y del Califato de los Omeya. Millones de ciudadanos del Imperio bizantino se veían obligados a pasar a la clandestinidad, llegar a acuerdos con los conquistadores musulmanes (que inicialmente se mostraron respetuosos con la religión cristiana) o convertirse a la nueva religión dominante para aprovechar las oportunidades que les ofrecía. 

El emperador Heráclito portando personalmente un icono de Cristo, con el que arengó a las tropas en la batalla de Nínive. 
El desánimo se extendió por la población de Bizancio. ¿Por qué Dios permitía que la mitad de la población del Imperio cristiano se convirtiera en sierva de los seguidores de otra religión? Durante el siglo VI había sido tradición encomendar ciudades y ejércitos a iconos sagrados o a las santas reliquias de santos y mártires. Los ejércitos iban encabezados por iconos representado a la virgen o a los santos. Todos estos objetos se consideraban símbolos de poder que garantizaban la intersección de los santos representados ante Dios. La gente los idolatraba, y el icono y el culto que lo acompañaba alcanzaba un grado de veneración que superaba a la propia liturgia eucarística. Su popularidad era tal que habían marginado la cruz, el símbolo cristiano por excelencia. 

En mitad de esta crisis, con parte de la población empezando a desilusionarse con el culto idólatra a las imágenes, el emperador fue derrocado por un golpe de estado y reemplazado por León III, el primero de los gobernantes perteneciente a la familia Isauro. Al poco de iniciarse su reinado, dos importantes obispos dieron un paso adelante y denunciaron pública y solemnemente la gran idolatría existente en el Imperio. Sin embargo, el Patriarca de Constantinopla, Germán, se opuso, y junto a otros teólogos condenaron el levantamiento de ambos obispos. No obstante, dado el cesaropapismo que caracterizaba al Imperio bizantino, la última palabra correspondía a León III. 

Para dar ejemplo, León III ordenó retirar el icono de Cristo situado en la puerta de entrada del Gran Palacio de Constantinopla para sustituirlo por una cruz. La imagen era muy popular entre la población, por lo que su retirada generó un tumulto que acabó con el linchamiento de alguno de los oficiales encargados de su remoción. 
El interés de León III y sus sucesores en proscribir el culto a las imágenes vino motivado no sólo por la popularidad que habían alcanzado algunas iglesias gracias a la adoración de sus iconos, o por el hecho de que un sector de la Iglesia viera con malos ojos las idolatrías en las que estaban derivando muchos cultos a dichas imágenes. También hay que tener en cuenta que esa devoción popular se traducía en donaciones que daban lugar al enriquecimiento de esos templos. El poder de los iconos y de la iglesia eclipsaba así al poder civil, que no estaba dispuesto a pasar a un segundo plano. 

Entonces se produjo una gran erupción en el Egeo en el año 726. Los cielos se cubrieron de una densa nube que se extendió hasta Egipto. El pueblo interpretó este fenómeno como una señal de la cólera de Dios contra la idolatría de los hombres. En temor apareció en el corazón de los habitantes del Imperio y comenzó la destrucción de imágenes. Ese mismo año, León III promulgó un edicto en el que se prohibía el culto y la adoración a los iconos, y exigió al Papa Gregorio II, que lo acatara y destruyera los iconos de la ciudad de Roma. Sin embargo, pese a que se entendía que el emperador bizantino era el legítimo soberano de Roma, el Papa se negó a obedecerlo. 

El emperador León III y el patriarca Germán. 
También se opuso el Patriarca Germán, por lo que el emperador lo depone en el año 730. La reforma se puso en marcha. Las iglesias son despojadas de imágenes e iconos, los ejércitos queman sus estandartes idólatras y los monasterios son atacados por el pueblo. En el 740, con los ejércitos de León III portando únicamente el símbolo de la cruz, Bizancio consigue una victoria decisiva sobre el Islam en la batalla de Akroinon. A partir de entonces los musulmanes se ven obligados a pasar a la defensiva. Diez años después el Califa Omeya es asesinado, junto con toda su familia, por los partidarios de otra familia, la Abasí. Sólo un omeya consiguió escapar, Abderramán, que se refugió en la recién conquistada Al-Andalus. Los cristianos habían recuperado la iniciativa en la guerra. 

Constantino V, hijo de León III, se mostrará aún más beligerante con el culto a las imágenes de lo que fue su padre, llegando a escribir dos tratados en favor de la iconoclasia. Sus medidas fueron aprobadas en el Concilio de Hierea, donde se llegó a la conclusión de que era imposible representar ni a Dios (ya que era espíritu) ni a Cristo (pues no era sólo hombre, sino que también tenía esencia divina), se denunció la idolatría a la que conducía el culto a los santos, se decidió que la verdadera religión está en la Eucaristía y no en el culto a las imágenes, y se erigió la cruz de Cristo como el único símbolo del cristianismo. Paralelamente, y por orden del Emperador, se prohibió el culto a las reliquias y los santos por ser abominaciones rechazadas por Dios. 

Cristo Pantokrator (todopoderoso). Icono del siglo VI. Las dos expresiones faciales diferentes simbolizan la naturaleza dual de Cristo (dios/hombre)
Constantino V también cosechó grandes éxitos militares. Aprovechando la guerra civil en la que se vieron inmersos los musulmanes tras la instauración del Califato Abasí recuperó gran parte de los territorios de la península de Anatolia que habían caído bajo poder del Islam. En el 763 logró detener el avance de los búlgaros, un pueblo eslavo pagano, en la batalla de Anchialus. Este emperador llevó a cabo una auténtica persecución y martirio contra los que no se plegaban a la reforma, llegando el emperador a ordenar que se quemaran las manos con hierros al rojo vivo de todo aquel que realizara cualquier tipo de icono.

Bizancio quedó dividida religiosamente entre los partidarios de una y otra tendencia. El clímax de este enfrentamiento civil llegó cuando el emperador León V fue asesinado por los iconófilos. La emperatriz Teodora recuperó la ortodoxia religiosa en el 843, poniendo fin al período iconoclasta. 

Ilustración del Salterio Chludov (mediados del siglo IX) en la que se compara la crucifixión de Cristo con la destrucción de un icono suyo a manos del iconoclasta Juan "el Gramático", con los pelos erizados para simbolizar su salvajismo. 

Textos históricos a favor y en contra de los iconos:
Si Dios ha sido tan misericordioso que se ha mostrado a los ojos de los mortales en la naturaleza humana del Cristo, ¿por qué no va a estar dispuesto también a manifestarse por medio de imágenes? Nosotros no adoramos esas imágenes por sí mismas, a la manera de los paganos, sino que a través de ellas adoramos al Dios y a los santos.
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Bajo la inspiración del Espíritu Santo juzgamos que este arte ilegítimo de pintar criaturas vivas es una blasfemia contra la doctrina fundamental de nuestra salvación. ¿Para qué sirve la locura del pintor que con sus manos intenta modelar aquello que apenas podrá ser entendido en el corazón y confesado con la boca
Hacen una imagen y la llaman Cristo. Pero el nombre de Cristo significa Dios y hombre. Consecuentemente pintaron una naturaleza divina que no puede ser representada. Entonces se refugian en la siguiente disculpa: “Representamos simplemente el cuerpo de Cristo”. Pero en este caso, ¿Cómo esos locos intentan separar el cuerpo de la naturaleza divina? Caen en el abismo de la impiedad, pues atribuyen al cuerpo una sustancia y, por tanto, introducen una cuarta persona en la Trinidad.
Algunos dirán que aceptan respetar la imagen de Cristo, pero que no podrá nadie prohibirles hacer imágenes de la Madre de Dios. A esto replicaremos que la cristiandad siempre rechazó el paganismo. Si alguien piensa traer de nuevo a la vida a los santos por medio de un muerto descubierto por los paganos, es culpable de blasfemia. ¿Quién pretenderá, con un arte propio de los gentiles, pintar a la madre de Dios?
ESPINOSA,F : "Antología de textos históricos medievales". En GONZÁLEZ & CARMONA: Historia de las civilizaciones. Metodología y material de trabajo. Ágora


  • ¿En qué consistió la querella iconoclasta?
  • Explica la expresión: "dado el cesaropapismo que caracterizaba al Imperio bizantino, la última palabra correspondía a León III"
  • ¿A qué conclusiones se llegaron en el Concilio de Hierea?
  • ¿Con qué expresiones o palabras sustituirías éstas que aparecen en el texto? eucaristía / iconoclasia / iconófilo / proscribieron / abominación / remoción. 
  • ¿Qué argumentos expusieron los partidarios de los iconos para defender su postura? ¿Por qué los iconoclastas acusan a quiénes defienden las imágenes de Cristo de "introducir una cuarta persona en la Trinidad"?


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